Historia de Arequipa
Este es un resumen de lo que es la historia de Arequipa la ciudad blanca del Perú, actualmente una de las principales ciudades, esta ciudad tiene mucha historia y toda la historia puede ser algo muy largo.
CONQUISTA Y VIRREINATO
La primitiva Arequipa era un lugar escasamente poblado por algunos miembros de la nobleza incaica y grupos de mitimaes. Los primeros españoles que hasta allí llegaron, los padres dominicos Pedro de Ulloa, Diego Manso y Bartolomé de Ojeda, quedaron encantados con la región, estableciéndose en ella.
Poco después, el 15 de agosto de 1540, una expedición de 96 españoles (algunos de los cuales habían estado en la Isla del Gallo) al mando de don García Manuel de Carbajal (lugarteniente de Francisco Pizarro), decidió fundar en el valle del Chili la «Villa Hermosa de Arequipa», por parecerles el lugar una tierra muy promisoria.
Poco después, el 15 de agosto de 1540, una expedición de 96 españoles (algunos de los cuales habían estado en la Isla del Gallo) al mando de don García Manuel de Carbajal (lugarteniente de Francisco Pizarro), decidió fundar en el valle del Chili la «Villa Hermosa de Arequipa», por parecerles el lugar una tierra muy promisoria.
Al año siguiente de su fundación, el rey Carlos V le otorgó la jerarquía de ciudad, y por real cédula del 7 de octubre de 1541 le concedió escudo de armas. En éste se representaba el volcán Misti, los árboles y tu río de sus alrededores. Además, un león simbolizaba el valor y espíritu bizarro de sus pobladores. Tiempo después (en 1575) el virrey Toledo, en atención a la fidelidad a la corona demostrada por sus habitantes, le confirió el título de «Muy noble y muy leal ciudad», posteriormente confirmado por los reyes Felipe II y Felipe III.
La actividad que pronto se hizo predominante fue la agricultura; se habían aclimatado con gran éxito la vid y el olivo, iniciándose al poco tiempo una próspera producción de vinos y aguardientes de uva, así como de aceite de oliva, sobre todo en la zona de Yauca.
Al usarse el sillar, un tipo de piedra volcánica abundante en la región, en las construcciones, la urbe virreinal empezó a adquirir su característico aspecto, llenándose paulatinamente de majestuosas casonas de hacendados, hermosos templos y monumentales conventos, como el de Santa Catalina.
Durante este período colonial Arequipa permanece tranquila y fiel a la metrópoli, lo que se explica si se tiene en cuenta que tuvo la mayor concentración de población blanca, superando incluso a Lima; en efecto, de 37 mil habitantes que tenía en la época del virrey Gil y Lemos, 22 mil eran españoles, 6 mil indios, 5 mil mestizos, 2 500 negros libertos y 1 200 esclavos. En Lima, en cambio, de sus 62 mil habitantes, sólo algo más de 18 mil eran hispanos.
Arequipa era, pues, casi un bastión español en el Perú, y obligadamente debía ser fiel a la Madre Patria. Su vida transcurría patriarcal y austeramente, y sólo movilizaban al pueblo las celebraciones religiosas, a las que acudía pleno de fervor y recogimiento. No siempre era la vida tan tranquila, sin embargo. La fuerza de los terremotos redujo gran parte de la ciudad a ruinas en 1582, 1687 y 1784, pero en cada ocasión el tradicional temple de sus habitantes volvió a levantarla.
Durante este período colonial Arequipa permanece tranquila y fiel a la metrópoli, lo que se explica si se tiene en cuenta que tuvo la mayor concentración de población blanca, superando incluso a Lima; en efecto, de 37 mil habitantes que tenía en la época del virrey Gil y Lemos, 22 mil eran españoles, 6 mil indios, 5 mil mestizos, 2 500 negros libertos y 1 200 esclavos. En Lima, en cambio, de sus 62 mil habitantes, sólo algo más de 18 mil eran hispanos.
Arequipa era, pues, casi un bastión español en el Perú, y obligadamente debía ser fiel a la Madre Patria. Su vida transcurría patriarcal y austeramente, y sólo movilizaban al pueblo las celebraciones religiosas, a las que acudía pleno de fervor y recogimiento. No siempre era la vida tan tranquila, sin embargo. La fuerza de los terremotos redujo gran parte de la ciudad a ruinas en 1582, 1687 y 1784, pero en cada ocasión el tradicional temple de sus habitantes volvió a levantarla.
Plaza de Armas de Arequipa en el siglo XIX
EMANCIPACIÓN Y REPÚBLICA
Cuando los primeros vientos de la independencia empezaron a soplar, muchos arequipeños de ilustres familias criollas se plegaron a la causa, aun en un medio poco propicio, vinculándose con sociedades patrióticas de Argentina y otros países.
Uno de los sucesos más notables de la gesta emancipadora fue la campaña del cuzqueño Mateo García Pumacahua, quien salió hacia Arequipa en octubre de 1814 con un ejército de más de 5 mil hombres; tras derrotar a las filas realistas que comandaba el mariscal Francisco Picoaga, entró triunfante a la Ciudad Blanca y formó una junta provisional de gobierno.
Sin embargo, al poco tiempo las tropas realistas ocuparon Arequipa, por lo que Pumacahua huyó hacia la zona del altiplano, donde continuaron los enfrentamientos hasta la batalla decisiva en Umachiri, donde su ejército fue destruido. Pumacahua huyó, mas fue capturado y posteriormente fusilado, el 17 de marzo de 1815.
En el ejército patriota militaba, como auditor de guerra, el poeta romántico arequipeño Mariano Melgar, quien al igual que Pumacahua entregó su vida luchando por sus ideales.
Al proclamarse la república, Arequipa se convierte en ciudad símbolo de la misma, y sus habitantes, a diferencia de los de otras ciudades, fueron activos protagonistas de enconadas pasiones políticas y de numerosas rebeliones en defensa de los derechos vulnerados.
Uno de los episodios más largos y dramáticos de la historia arequipeña fue la revolución vivanquista de 1856, a finales del segundo año del gobierno de Ramón Castilla.
Descontentos por el despilfarro fiscal limeño que postergaba a las provincias, un numeroso grupo de pobladores acaudillados por dos jóvenes, Masías y Gamio, se declararon en contra del gobierno; las tropas militares de la zona, integradas en su mayoría por arequipeños, se adhirieron a la revuelta, proclamando a Vivanco presidente.
Vivanco volvió de su exilio en Chile y rechazó las propuestas conciliatorias de los enviados de Castilla. La rebelión, sin embargó, era puramente local y hubiera sido fácilmente debelada de no ser por la adhesión de la escuadra naval (compuesta por la fragata «Apurímac» y los vapores «Loa» y «Tumbes») liderada por Lizardo Montero, que tomó posesión del puerto de Islay en nombre de Vivanco. Vivanco recorrió los puertos de la costa buscando apoyo, pero fue en vano. Castilla, a pesar de no contar con la escuadra, se dirigió a Arica, donde formó un pequeño ejército con el cual se proponía recuperar Arequipa.
Al llegar, instaló sus tropas en Sachaca, Tingo y Tiabaya, para cortar la comunicación de la ciudad con el puerto. El aislamiento hacía escasear las provisiones de los rebeldes. Las tropas de Castilla iniciaron entonces una cruenta campaña militar, que sitió a Arequipa durante ocho meses y culminó con la sangrienta toma de la ciudad en marzo de 1858. Arica, que se había unido a la revuelta, se rindió en cuanto se supo de la derrota arequipeña.
La inauguración del Ferrocarril del Sur, y la creciente exportación de lana hacia Inglaterra, fueron el inicio del desarrollo industrial de la Ciudad Blanca.
Fue también en Arequipa donde una guarnición militar inició una revolución que se extendió prontamente y derrocó al entonces presidente Augusto B. Leguía, liderada por Luis Sánchez Cerro. Este prometió moralizar y normalizar la economía, cosa que no logró, ante el descontento popular que nuevamente se manifestó en rebeliones y desórdenes que consiguieron su renuncia y la de su junta militar en 1931.
La Ciudad Blanca ha sido escenario asimismo de numerosas campañas políticas, como la del ex presidente Fernando Belaunde Terry, quien en 1962, al serle negada la autorización para realizar un mitin de su partido (Acción Popular) en la plaza de armas exclamó que no se dejaría detener por nadie, aunque tuviese que quitar el adoquinado de las calles para defenderse.
Actualmente Arequipa mantiene su liderazgo económico en el sur del país y es una pujante urbe donde se concentran comercio, servicios, agricultura e industrias, aunque la lechera atraviesa por una momentánea retracción.
Ha esta ciudad le fue muy bien en crecimiento y economía, la historia y el tiempo al final dan sus buenos frutos. Arequipa hoy en día tal vez es la segunda ciudad más importante del Perú después de Lima.
La Fundación de Arequipa
En septiembre de 1539, Pizarro ordenó a los cordobeses Días Arias y Gómez de León la fundación de una villa que una el Cusco con la parte más cercana del litoral y contar con una ubicación estratégica militar y comercial. El lugar elegido fue el antiguo poblado denominado por los nativos como Huacapuy, cerca del Valle de Camaná, allí fue fundada la Villa Hermosa.
Pizarro había recibido varias cartas de los veciones quejándose de la insalubridad de la zona y de la huida constante de los indios, por lo que ordenó que se traslade a un lugar más adecuado y fue en el valle del Chili, en la actual Plaza de Armas.
El 15 de Agosto de 1540, Don Garcí Manuel de Carbajal, Teniente de Gobernados y Gobernador, por mandato del Conquistador Don Francisco Pizarro, fundó la Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunción, Arequipa en el sitio denominado La Chimba (San Lázaro) a la margen izquierda del río.
Al hallarse entre los fundadores y vecinos, algunos nobles e hidalgos andaluces, extremenos y castellanos, la villa inmediatamente fue elevada a la categoria de ciudad el 22 de septiembre de 1541. Luego se gestiona ante el rey un Estandarte para la ciudad en reconocimiento a sus servicios en el descubrimiento, conquista, pacificación y lealtad a la corona el cual fue tercipelo carmesí, color de hidalguía y nobleza, la Virgen de la Asunta y el escudo de la ciudad, y la otra por un crucifijo y los escudos de los reinos de Castilla y León.
El 7 de noviembre de 1575, le otorgó el Título de Muy Noble y Muy Leal. El Papa Paulo V, el 20 de julio de 1612 la desmembró de la diócesis del Cusco, mandando eregir la Catedral. El rey Carlos IV a través de una real cédula emitida en la ciudad de San Lorenzo el 5 de diciembre de 1805, ordena que lleve el titulo de Fidelísima. El 16 de noviembre de 1818, en Madrid se le concede a la ciudad el tratamiento de Excelencia a su cabildo y uso de uniforme a sus regidores. Tiene la calidad de Patrimonio Histórico de la Humanidad, por las edificaciones coloniales civiles y religiosas, que componen en el centro histórico.
Arequipa el 7 de octubre de 1541 obtiene del emperador Carlos I el escudo que aún hoy ostenta. Sus armas son: Un río fluyendo delante de un volcán humeante al cual flanquean dos grupos de árboles, emergiendo de cada grupo, rampantes hasta tocar el volcán, un león en capo de gules; y por bodura ocho flores de lis de otro, sobre fondo de azur. El conjunto está coronado con una guimalda y por el yelmo del iniciado, sobre el que está posado un grifo que sostiene un gallardete con el nombre de Karlos.
Por Real Ordenanza expedida por Carlos III, el 24 de octubre de 1784, Arequipa se convierte en Intendencia, siendo su primer Intendente Don José de Menéndez y Escalada.